La Diosa Noche y el Huevo del Mundo

Publicado el 21 de noviembre de 2025, 20:26

El útero oscuro que dio origen al cosmos

Antes de que existieran Zeus, Hera o Apolo, antes del Olimpo, antes del cielo y de la tierra, existía una sola presencia: Nix, la Noche.

No era ausencia.
No era vacío.
No era algo que hubiera que “vencer” con la luz.

Era la madre oscura, total, infinita.
El útero primigenio donde toda vida dormía en potencia.

En el corazón de la antigua Grecia —mucho antes de que la cultura se volviera tan patriarcal y solar— se susurraba que la primera ley del universo no era de un dios con barba y rayos, sino de una Diosa silenciosa, de alas negras, envuelta en misterio.

Nix: la anterior a todo

Los mitos órficos nos cuentan que incluso Zeus —el soberano del trueno, el rey del Olimpo, el que decidió el destino de dioses y mortales— temía a Nix.

No por maldad, sino por algo aún más inquietante: por su antigüedad.

Porque Nix era más antigua que él.
Más antigua que la luz.
Más antigua que el orden.
Más antigua incluso que el tiempo.

Nix habitaba una caverna profunda.
No era el “infierno”.
Era el santuario del misterio.

Allí guardaba los secretos del cosmos, los ritmos de la vida y la muerte, los hilos del destino que ninguna voluntad podía controlar.

En esa oscuridad fértil, el Viento —principio masculino etéreo, invisible, penetrante— la fecundó.
De esa unión nació un Huevo de Plata, símbolo universal de la creación.

Dentro de ese huevo dormía el mundo entero.

Cuando el huevo se abrió, emergió Eros-Fanes, un ser alado, luminoso, andrógino, multiforme.
Era la chispa que puso en movimiento el universo:
el deseo de ser, el impulso de amar, la fuerza que une lo separado.

Y sin embargo, lo más significativo es esto: "incluso en el momento en que nace la luz, es la Noche quien sostiene el orden"

La primera ley del mundo no es solar. Es nocturna. Es femenina. Es arquetípica.

La oscuridad fértil: el lugar donde todo se gesta

En nuestra cultura, la noche suele asociarse a miedo, peligro, tristeza, depresión, caos, “Iluminar”, “aclarar”, “ver la luz” son siempre las metáforas de lo bueno.
Mientras que lo oscuro queda relegado a lo negativo, lo que hay que superar.

Pero la Noche de los mitos no es eso, no es el terror.
Es gestación.

El útero de una mujer también es oscuro, la tierra donde germina una semilla también es oscura, la cueva donde se refugia el animal herido también es oscura.

La mitología órfica nos recuerda algo que la sociedad moderna ha olvidado: la oscuridad no es enemiga.. es origen.

Nix no es el lugar donde todo acaba, es el lugar donde todo comienza.

Nix y las noches internas de la mujer moderna

Si miras tu propia vida, quizá puedas reconocer tus propias “noches de Nix”:

  • ese momento en el que ya no sabes quién eres,

  • ese duelo que te sacudió el suelo,

  • esa crisis en la que sentías que todo se desmoronaba,

  • ese cansancio profundo en el que no podías seguir fingiendo que “todo estaba bien”.

La mente las llama “ruina”, “fracaso”, “vacío”, el alma, en cambio, sabe que ahí hay algo más:
un proceso de descomposición que prepara un nuevo nacimiento.

Las antiguas habrían dicho: “Estás en el útero de la Diosa Noche”.

En mis propias experiencias (y acompañando a otras mujeres), he visto cómo estas noches internas:

  • rompen identidades que se habían quedado pequeñas,

  • sacan a la luz heridas que ya no podemos seguir ignorando,

  • desordenan para que por fin podamos ordenar desde un lugar más auténtico.

Esas noches duelen.
Confunden.
Asustan.

Pero, como el huevo de Nix, también contienen algo que todavía no vemos: una nueva forma de ser que se está gestando.

El Huevo de Plata: cuando lo viejo muere y lo nuevo aún no ha nacido

El mito del Huevo de Plata es profundamente actual para la mujer moderna.

Vivimos tiempos en los que:

  • los modelos tradicionales de ser mujer ya no nos sirven (ni la mujer sumisa, ni la “superwoman” que todo lo puede sin sentir),

  • lo viejo se está agrietando,

  • pero lo nuevo todavía no tiene forma clara.

Ese espacio entre lo que se cae y lo que aún no nace es justamente el “huevo”: un contenedor frágil, cerrado, misterioso.

Desde fuera, la sociedad nos exige claridad rápida, resultados, certezas: “Decídete ya” “Saber quién eres y a qué te dedicas” “No pierdas el tiempo”

Pero los procesos del alma tienen otro ritmo.
Son más lentos, más orgánicos, más parecidos a la gestación que a un plan de negocio.

El Huevo de Plata nos enseña que no todo tiene que verse enseguida.
Que hay momentos en los que la vida nos pide esperar, sentir, sostener…sin saber aún lo que está por nacer.

Y ahí, en ese no-saber, la Diosa Noche nos abraza.

Eros-Fanes: cuando el deseo de vivir vuelve

En algún momento, el huevo se abre, del interior surge Eros-Fanes. No es solo el amor romántico.
Es el Eros primordial: el impulso de la vida por expandirse, el deseo de existir, la fuerza que empuja hacia lo nuevo.

Después de una crisis, de un duelo, de una etapa de oscuridad, muchas mujeres cuentan algo parecido:

  • “Un día, sin saber por qué, me dieron ganas de volver a pintar, a cantar, a estudiar, a amar.”

  • “Después de tanto dolor, empecé a sentir una ilusión muy pequeña, pero viva.”

  • “Ya no era la misma, pero sentía algo nuevo naciendo en mí.”

Eso es Eros-Fanes saliendo del huevo de la Noche no llega como un rayo espectacular, llega como una brasa que vuelve a encenderse.
Como un susurro que dice: “Hay vida después de esto”

La Noche como aliada, no como enemiga

Nix es la memoria de todas nuestras noches internas, esos momentos donde no vemos, donde no entendemos, donde nada tiene sentido…

…pero donde todo se está reordenando bajo la superficie.

La cultura patriarcal nos enseñó a luchar contra la oscuridad:

  • anestesiarnos,

  • distraernos,

  • llenarnos de ruido,

  • buscar respuestas urgentes.

El mito de la Diosa Noche nos propone otra cosa:

Honrar la noche.
Permitir el silencio.
Aceptar el no-saber como fase sagrada.
Confiar en los procesos invisibles.

Para la mujer moderna, esto significa:

  • permitir etapas de descanso profundo sin culparse,

  • respetar las pausas creativas,

  • dejar que una antigua identidad muera sin tratar de resucitarla a toda costa,

  • escuchar el cuerpo cuando pide oscuridad, retirada, sueño.

No es rendirse.
Es gestarse de nuevo.

Una invitación personal: reconocer tus propias Nix

Tal vez, mientras lees esto, puedas preguntarte:

¿Cuáles han sido mis grandes noches de Nix?

¿En qué momentos de mi vida sentí que no había luz, pero hoy reconozco que algo nuevo nació de ahí?

¿Estoy ahora mismo dentro de un “huevo” que todavía no comprendo?

Si es así, quizá estas palabras puedan acompañarte:

No estás rota. Estás en gestación.
No estás perdida. Estás en la caverna de la Diosa.
No estás a oscuras. Estás en el útero del origen.

Porque, al final,
el mito no habla solo de dioses lejanos.

Habla de ti.
De mí.
De todas las mujeres que estamos recordando que, antes de cualquier sistema, religión o estructura,

hubo una Diosa que era Noche y que dentro de ella ya estábamos nosotras.

Mientras escribo estas palabras, siento que la Diosa Noche —esa madre antigua que sostuvo el primer latido del universo— nos envuelve a ambas.
A ti que lees.
A mí que escribo.
A todas las mujeres que, en silencio, han atravesado noches internas sin saber que estaban siendo gestadas.

Cada una de nosotras conoce esa oscuridad fértil.
Esa etapa donde nada está claro, donde parece que la vida se apaga…
cuando en realidad se está encendiendo por dentro.

Hoy honro tus noches.
Tus pausas.
Tus duelos.
Tus renacimientos.
Tus huecos.
Tus silencios.

Hoy honro ese espacio íntimo donde no se ve nada, pero donde nace todo.

Porque tú también eres Huevo de Plata.
Tú también eres Nix.
Tú también guardas en tu interior un universo entero esperando abrirse.

Si estás en plenitud, camina con consciencia.
Si estás en crisis, no te abandones.
Si estás en oscuridad, recuerda: no es un final, es un comienzo.

Que este mito te abrace.
Que esta Diosa te recuerde lo que tu alma ya sabe.
Y que vuelvas siempre a ti, a tu raíz, a tu noche, a tu origen.

Con amor profundo,
Rossella – Shakti Vibe

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