Hildegard de Bingen para mí es una gran Maestra espiritual, una mujer que ha roto esquemas, una guía que sigue iluminando mi camino con su visión profunda de la vida, la salud, la música y la conexión con lo divino. En el siglo XII, en plena Edad Media, cuando las mujeres tenían muy pocas posibilidades de expresarse o ser escuchadas, ella se atrevió a escribir, a componer música, a sanar, a hablar sobre el cosmos y el alma, a plasmar sus visiones en palabras que aún hoy resuenan con una verdad universal. Nació en Alemania en 1098 y desde niña tuvo visiones que describía como mensajes divinos, algo que en otro tiempo podría haber sido condenado o reprimido, pero que ella convirtió en su mayor don. Aunque formalmente no sabía leer ni escribir en latín, dejó libros impresionantes sobre medicina, teología, cosmología y sanación natural, y lo más increíble es que todo su conocimiento no venía de estudios formales, sino de una conexión profunda con el plano espiritual, con la naturaleza, con la esencia de la vida misma.